Las lesiones pueden ser frustrantes, pero muchas pueden prevenirse con buenos hábitos.
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Calentar antes de jugar para preparar los músculos.
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Hidratarse bien para evitar calambres y fatiga.
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Usar el equipamiento adecuado (botas, espinilleras, etc.).
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Descansar cuando el cuerpo lo necesite para evitar el sobreentrenamiento.
Cuidar el cuerpo es fundamental para rendir mejor y jugar sin riesgos.