Estamos trabajando en la próxima temporada 21/22 y esta última semana intento abordar varios problemas que estamos detectando.
Con la pandemia, el confinamiento y el parón de actividad, todos hemos tenido que encontrar nuevas formas de comunicación, relación y diversión con familia, amigos, vecinos y compañeros a través de Internet.
Todos estos meses han afectado de forma brutal a niños y jóvenes, a los que les ha cambiado radicalmente su forma de vida. Clases online, videollamadas, trabajos virtuales, emails, etc.
Les sigue gustando el fútbol, están informados de lo que hacen sus clubes, ven resúmenes, mejores jugadas, clasificaciones; pero es difícil que vean un partido completo, se les hace largo, no tienen tiempo ni tanto interés, a no ser que sea muy mediático.
Toda esta situación ha influido en las actividades extraescolares de los peques, y aunque son unos campeones y se han adaptado rápido, van al cole y después a entrenar con todo el protocolo anti Covid19 activado, y la verdad es que es un rollo para ellos. Lo primero, no compartir vestuario con los compañeros, con lo importante que es hacer equipo en el vestuario añadido a todas las cosas que se viven en él. Tienen que mantener distancias, llevar mascarillas puestas para entrenar y jugar, desinfección antes y después tanto de personas como en materiales. Así que entiendo el cansancio y la apatía que les provoca a algunos.
La directiva está preocupada por este asunto y queremos desarrollar esa línea de trabajo. Queremos hacer llegar a las familias la importancia de que sus hijos no abandonen estos hábitos saludables, que serán imprescindibles a lo largo de su vida: rutina, sueño, alimentación, higiene, esfuerzo, compromiso y lealtad. Y respecto a las dos últimas, por mi experiencia en política tengo que decir que es complicado que la gente crea, lo que ocurre por dentro, cuando llegué al mundo del deporte desde el lado de la gestión (y no como deportista), creí que todo sería sano, la rivalidad, los derbys, la competición, el buen hacer.
Y..........no.
Mi suerte es la de estar en un club decano en el que ahora, todos tenemos claro, que la mejor almohada es una conciencia tranquila, hacer las cosas bien, ser honrados, honestos, no deber nada a nadie e ir avanzando en nuestra línea de trabajo; siendo creativos, pioneros y legales, y no hay mejor termómetro de que se están haciendo bien las cosas que las palabras de las familias y los socios que ven y agradecen el trabajo.
Por eso nos preocupa que se interrumpa la buena trayectoria del club tras esta pandemia que nos ha trastocado todo. Porque tenemos claro que la proyección de la Agrupación es formar futbolistas con valores como personas, compañerismo, respeto al rival, al árbitro y al público y, sobre todo, con ilusión y compromiso por llevar estos colores y este escudo que es un lujazo y un privilegio.