<%=Club.Nombre %>

Normas fundamentales en el triángulo padres, jugador y entrenador


Reproducimos integramente este artículo publicado en Canariasdeportiva.com, que consideramos muy interesante para muchos padres y asuman el papel que todos los jugadores esperan de ellos.

Control de temores y superar frustraciones

Normas fundamentales en el triángulo padres, jugador y entrenador.
 
 
 
Un padre o madre debe ser eso, padre o madre antes, durante y al finalizar las competiciones. Nunca hacer el papel de entrenador, compañero o manager.
 
Respuestas ante las preguntas de muchos padres/madres:

¿Cómo debo comportarme ante la competición de mi hijo?

La contestación es aparentemente sencilla. Un padre o madre debe ser eso, padre o madre antes, durante y al finalizar las competiciones. ¿Qué es lo que quiero decir con esto?

Han de mostrarse motivados y seguros e intentar transmitir estas sensaciones a su hijo/a, dando a las competiciones la importancia que tienen, que a estas edades suele ser más bien poca. Deben hacer hincapié en el comportamiento, en la educación y en la disciplina que son los valores realmente importantes y los que deben trasmitir e insistir a su hijo.

Consejos básicos para ser un buen padre/madre de un deportista de competición

 

Ser padre o madre, ya que su hijo ya tiene entrenador. Es ser siempre positivo: Escuchar, apoyar y motivar a vuestros hijos antes y después de las competiciones. No juzgar ni evaluar la calidad del entrenamiento, de la técnica o de los resultados delante de los hijos. Evitar los regalos por resultados, ya que son totalmente contraproducentes. Ir a cenar fuera, o hacer algo especial después de cada competición, haya salido bien o mal, es una buena idea. Juzgar y controlar el comportamiento y disciplina de sus hijos. Estos, si son asuntos que les conciernen en su papel de padres.

Hay muchos entrenadores que opinan que el mejor padre/madre es aquel que nunca va a los entrenamientos. Personalmente no veo ningún problema en que el padre o madre disfrute viendo entrenar o competir a su hijo siempre que tenga el auto-control suficiente para reservar sus opiniones sobre los temas técnicos o de nivel ante su hijo.

Nunca debe hablar de fútbol después del entrenamiento en el camino a casa. Si a su hijo le apetece hablar escúchele, pero no le evalúe ni le juzgue. No le diga lo que ha hecho mal durante el entrenamiento ni en lo que debería mejorar.

 

 

1º Que el niño tenga dos entrenadores y ningún padre: El joven futbolista necesita alguien que le escuche y le apoye, le hayan salido bien o mal el partido. El niño con un padre-entrenador, sentirá (por mucho que el padre intente disimular) que su padre quiere más, que no está conforme con el resultado. Esta demanda contínua provocará una insatisfacción en el jugador que ira generando miedo al fútbol. ¡¡ Es solo cuestión de tiempo!!.

2º Dilema entre los consejos del padre-entrenador y el entrenador. No de consejos técnicos a su hijo tenga o no conocimiento sobre la técnica, ya que, existen muchas formas de aprender y un proceso de aprendizaje que dependerá de las capacidades y habilidades evolutivas de cada niño y esto lo sabe el entrenador. El joven fútbolista deberá decidir si seguir los consejos del padre y dejar de confiar en el entrenador (muy mala cosa) o al contrario seguir los del entrenador y dejar de confiar en el padre-entrenador (un desastre). ¡¡¡¡Menudo dilema!!!!.

3º Una sobrepresión produce un nivel de exigencia en el
entrenamiento muy alto pero nivel técnico bajo. Los hijos de padre/madre-entrenador suelen ser niños con un nivel de exigencia en el entrenamiento muy alto y con un esfuerzo máximo, sin embargo con un nivel técnico bajo. Esto es debido a la falta de concentración provocada en el niño al saber que esta siendo observado, vigilado y evaluado constantemente por la persona a la que más quiere, y además por su entrenador. Esto genera un estrés que día tras día va creciendo y cuando el jugador gana independencia respecto a los padres (11-12 años) descubre que nunca ha jugado al fútbol porque dísfrutara, sino por hacer disfrutar a sus padres.

Cuando los profesionales se encontran ante un niño con padre ejerciendo el papel de entrenador bajan mucho el nivel de exigencia de ese fútbolista y pasan a trabajar su confianza ya que, si sumamos la presión del entrenador con la del padre-entrenador se producirá una acumulación de estrés que conllevará a que el jugador pierda el interés por su entrenamiento (no presta atención al entrenador, juega o se distrae durante el entrenamiento, etc) y/o abandone su formación como fútbolista.

El padre-entrenador también percibe este cambio y ante la inseguridad de su hijo y los malos resultados aumenta su vigilancia y evaluación creyendo que hemos bajado la intensidad del entrenamiento del niño por algún extraño motivo. Es fácil imaginar donde puede llevar esta situación. El padre-entrenador siempre tiene la sensación de que a su hijo no se le tiene en cuenta o que se le trata diferente que a los demás. Algunos niños cuando son demasiado presionados responden con excusas de todo tipo a la hora de entrenar o con un mal comportamiento.


Miedo a la fustracion del pequeño: Algunos padres/madres tienen un continuo temor a que su hijo sufra una frustración y utilizan continuamente expresiones como: "da igual, no es importante", etc cuando para el niño si lo es. El padre ha de saber que si el niño practica y quiere participar en los entrenamientos o partidos, es debido a que es algo importante para él y debe saber animarlo. Muchos de estos niños pueden sufrir el mismo estrés deportivo que los hijos de padres-entrenadores, al fin de demostrar que son buenos. En estos casos como en el anterior el niño no juega para su propio disfrute si no para demostrar algo a su padres, por lo cual no aprenderá a disfrutar de los continuos retos, estímulos y frustraciones en algunos casos que provoca el deporte de competición.



Epílogo: El padre o madre de un futbolista ha de ser igual en todos los sentidos al padre o madre de un niño no futbolista. La competición provoca sensaciones y sentimientos que son muy distintos en cada niño, por supuesto muy diferentes a los que provocan en un adulto. Nunca intente trasmitir lo que usted siente a su hijo. Solo tiene que saber escuchar lo que su hijo siente e intentar rebajar sus miedos o temores. Debe ser el joven futbolista el que aprenda, con los años y acompañado en todo momento de sus padres, a controlar sus temores y superar sus frustraciones.

 


Comparte en:

  • X (Twitter)